Novelas

9 de diciembre de 2025

9/12/25

Lo que no es esta novela

Antes de que leas La chica de la sonrisa triste, quiero contarte qué no vas a encontrar en ella. No por bajar expectativas, sino por ajustarlas. Porque creo que hay pocas cosas peores que empezar un libro esperando una cosa y encontrarte otra completamente distinta.

Voy a ser honesto contigo. Esta novela habla de temas duros. En el centro de la historia hay un suicidio. Hay duelo, hay secretos familiares, hay dolor. Sé que eso puede generar ciertas expectativas, cierta idea de lo que te vas a encontrar. Pero probablemente no sea lo que imaginas.

Así que déjame contarte lo que esta novela no es.

No es un thriller.

Lo digo porque a veces la sinopsis puede dar esa impresión. Un chico que pierde a su hermana. Unas cartas que revelan secretos. Verdades ocultas que salen a la luz. Suena a thriller psicológico, ¿verdad? Pues no lo es.

No hay giros de guion cada tres capítulos. No hay un detective investigando nada. No hay un villano escondido ni una revelación final que lo cambia todo. No vas a encontrar ese ritmo trepidante de los libros que no puedes soltar porque necesitas saber qué pasa.

Esta es una novela lenta. Deliberadamente lenta. El ritmo es el de alguien que está procesando una pérdida, que intenta entender algo que quizá no tiene explicación. Hay tensión, sí, pero es tensión emocional. La tensión de una familia que se quiere pero no sabe comunicarse. La tensión de descubrir que la persona que creías conocer mejor que nadie te ocultaba una parte entera de su vida.

Si buscas acción y adrenalina, este no es tu libro. Si buscas algo que te remueva por dentro y te deje pensando unos días después de terminarlo, entonces quizá sí.

No es morbo.

Esto es importante para mí. Hay una tendencia, especialmente en redes sociales, a consumir el dolor ajeno como entretenimiento. Historias trágicas que se viralizan, documentales sobre crímenes que se ven con palomitas, libros que explotan el sufrimiento para generar impacto.

No quería escribir ese libro.

La chica de la sonrisa triste trata el suicidio de Clara con el respeto que merece. No hay descripciones gráficas. No hay recreación del acto. No hay pornografía emocional diseñada para hacerte llorar a toda costa. La novela no va sobre cómo murió Clara, sino sobre cómo vivió. Y sobre cómo su muerte afecta a quienes se quedan.

Me importaba mucho no romantizar el suicidio. No presentarlo como algo poético o como una salida válida. Pero también me importaba no demonizarlo, no reducir a Clara a su decisión final, no convertirla en un símbolo o en una lección. Clara es una persona completa, con sus luces y sus sombras, con sus razones y sus contradicciones. Su muerte es una tragedia, no un mensaje.

Si has perdido a alguien de esta manera, quiero que sepas que escribí esta historia pensando en personas como tú. Con cuidado. Con respeto. Sin querer hurgar en heridas que quizá nunca cierran del todo.

No es autoayuda.

Otro malentendido frecuente. Una novela sobre el duelo, piensas, seguro que está llena de reflexiones sobre cómo superar la pérdida, etapas del duelo, mensajes esperanzadores sobre que el tiempo lo cura todo.

No.

Marc, el protagonista, no supera nada en doscientas páginas. No tiene una epifanía que le hace ver la vida de otra manera. No encuentra la paz interior ni aprende a soltar. El duelo no funciona así en la vida real y no quería que funcionara así en mi novela.

Lo que sí hay es un proceso. Desordenado, contradictorio, lleno de pasos adelante y pasos atrás. Marc se enfada, se culpa, niega, acepta y vuelve a negar. A veces en el mismo capítulo. Porque así es como funciona perder a alguien. No es un camino recto hacia la sanación. Es un laberinto en el que a veces avanzas y a veces te das cuenta de que llevas media hora andando en círculos.

Si buscas un libro que te diga cómo superar una pérdida, este no es. Si buscas un libro que te haga sentir menos solo en medio de ese laberinto, entonces quizá sí.

No es una historia de familias disfuncionales al uso.

En muchas novelas, cuando hay secretos familiares, hay también padres horribles, traumas de infancia, abusos, negligencia. El drama con mayúsculas. La disfuncionalidad llevada al extremo.

La familia de Marc y Clara no es así.

Son una familia normal. Padres que quieren a sus hijos, que intentan hacerlo bien, que cometen errores pero no por maldad. Hermanos que se quieren aunque a veces no se entiendan. Cenas de domingo, vacaciones juntos, las pequeñas fricciones de cualquier convivencia.

Y sin embargo, Clara se quitó la vida.

Esa es la pregunta que atraviesa toda la novela. Cómo alguien puede estar tan mal en una familia que funciona. Cómo pueden no darse cuenta las personas que más te quieren. Qué se nos escapa cuando creemos que conocemos a alguien.

No hay villanos en esta historia. No hay nadie a quien culpar. Y eso, paradójicamente, lo hace todo más difícil. Porque si hubiera un culpable, habría alguien contra quien enfadarse. Alguien que cargara con el peso de lo ocurrido. Pero no lo hay. Solo hay personas que hicieron lo que pudieron y a las que no les bastó.

Entonces, ¿qué es esta novela?

Es una historia sobre el duelo, sí. Pero no solo sobre la muerte, sino sobre lo que queda después. Las preguntas sin respuesta. La culpa que aparece cuando menos la esperas. La extrañeza de seguir viviendo cuando alguien que querías ya no está.

Es una historia sobre las familias. Las reales, las imperfectas, las que se quieren de forma torpe y a veces insuficiente. Las que se callan cosas importantes porque no saben cómo decirlas o porque creen que es mejor así.

Es una historia sobre conocer a alguien. O creer que lo conoces. Sobre descubrir que la persona con la que creciste, con la que compartiste habitación y secretos y peleas de hermanos, tenía una vida interior que nunca te mostró.

Y es una historia sobre las cartas. Sobre las palabras que dejamos escritas y las que nos llevamos. Sobre lo que decidimos contar y lo que decidimos callar. Sobre la diferencia entre la persona que mostramos al mundo y la que realmente somos.

Para quién es este libro.

No voy a mentirte diciendo que es para todo el mundo. No lo es. Ningún libro lo es.

Es para ti si te gustan las historias que van despacio, que te dejan espacio para pensar, que confían en tu inteligencia emocional en lugar de explicártelo todo.

Es para ti si prefieres los personajes a la trama. Si te importa más entender por qué alguien hace algo que saber qué pasa después.

Es para ti si has perdido a alguien y quieres leer algo que no trivialice esa experiencia. Que no la envuelva en un lazo bonito ni te prometa finales felices.

Es para ti si te interesan las familias, los secretos, las relaciones entre hermanos, todo lo que no sabemos de las personas que más queremos.

Y es para ti si buscas una novela que te deje algo después de cerrarla. No una lección ni una moraleja. Pero sí algo. Una sensación, una pregunta, una escena que se te quede dando vueltas.

Si después de leer esto sigues queriendo darle una oportunidad, gracias. De verdad. Significa que probablemente seas el tipo de lector para el que escribí esta historia.

Y si has decidido que no es para ti, gracias también. Por tomarte el tiempo de llegar hasta aquí. Por dejar que te contara qué esperar y qué no.

Ojalá encuentres el libro que sí sea para ti.

Alejandro Valero © 2025

Alejandro Valero © 2025